Ampliación del cementerio de Moraleja

Cáceres

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España

Desde las épocas más remotas, el hombre ha enterrado a sus semejantes, dando sentido a dos acciones: por una parte, la vuelta de nuestras materia a la naturaleza, manteniendo con la arquitectura y con su ruina la distinción de lo humano y, por otra, la búsqueda del horizonte, ya sea real o abstracto, ya sea la línea del mar, las lejanas montañas o una pura figura geométrica que nos siguiera los límites del infinito. El antiguo cementerio, con su recinto único, expresa una idea de totalidad, y por tanto, de tiempo detenido. Con la ampliación proponemos una relación del visitante con el cementerio estructurada según recorrido, donde en cada fragmento de ese camino se vayan estableciendo diversas relaciones, unas con el horizonte, otras con lugares de acogida, paz y meditación. Planteamos el proyecto como un conjunto de fragmentos, que hay que recorrer con la memoria y con el olvido, que nos hablan de una forma de entender el tiempo lineal, constituido de huellas o momentos, como los recuerdos de la memoria. AL nuevo cementerio no se entra, sino que hay que subir a él, como a un antiguo túmulo. La ascensión a esta montaña sagrada comienza una vez se cruza el lago, situado bajo el umbráculo de la entrada, y termina en lo alto mirando a las montañas de la Sierra de Gata. Al exterior sólo aparece el muro perimetral blanco coronado por una pieza continua de hormigón, mientras que en el interior es el carácter terroso del hormigón el que aparece ent oda la superficie de los muros, salvo en os huevos de las lápidas blancas, que parecen talladas en una vieja roca. La estructura de enterramientos en nichos forma una retícula de rectángulos alargados horizontalmente. Esta retícula ayuda la concepción paisajística del cementerio.

Lorenzo Fernández Ordóñez

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