Estación de autobuses del Casar de Cáceres

Casar de Cáceres.

Caceres

España

¿Qué construir en un pueblo blanco que utilizaba, hasta hace poco, la hermosa técnica de la bóveda en sus viviendas? Una arquitectura de un solo material que adquiere capacidad resistente por su geometría. Un solo material, una sola forma que lo abarca todo: cubrición, espacio interior, imagen y estructura. Arquitectura atenta a la protección del sol, en la que sólo aparece lo necesario, en la que todo es necesario. En un pequeño solar en esquina, entre la guardería y el colegio, podríamos hacer una arquitectura que no fuera diferente al mundo de sueños de los niños, a su capacidad de imaginar. Y así empezamos a trabajar libremente buscando una forma que consiguiera, con naturalidad, cumplir las condiciones funcionales y urbanas. La construcción, solo con hormigón blanco, se eleva para transformarse en una lámina, en una estructura que debe su estabilidad a su forma y que se pliega sobre ella misma formando un solo elemento que integra cubrición, estructura y programa. EL viajero llega a la estación desde el centro del pueblo, atravesando bajo las bóvedas que soportan las viviendas y que cubren las calles transversales. Una situación análoga se produce al pasar bajo la lámina pequeña en el acceso a la estación. Esta lámina recibe al viajero y lo arropa al convertirse en suelo, que a la vez es el techo ingrávido del sótano. La zona de viajeros, con su pequeña inclinación, nos introduce dentro de la idea de movimiento de todo el conjunto. El sótano concentra gran parte del programa, liberando de servidumbres la planta de acceso y favoreciendo una percepción completa de la cinta. La lámina se pliega y se gira para adecuarse al espacio, a la escala de los autobuses, a su carácter público.

Justo García Rubio

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